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Finalista del premio Paul E. Lovejoy
CON LA
SANGRE
DE NUESTROS HERMANOS
Abolicionismo y el fin del comercio de esclavos en el Imperio atlántico español, 1800–1870
Finalista del premio Paul E. Lovejoy
CON LA
SANGRE
DE
NUESTROS
HERMANOS
Abolicionismo y el fin del comercio de esclavos en el Imperio atlántico español, 1800–1870
memorable
Fue una noche
Fue una noche memorable. El primer ministro británico William Grenville se puso en pie desde los escaños rojos de la Cámara de los Lores para defender el Proyecto de Ley para la Abolición de la Trata de Esclavos. “¿De qué derecho divino o humano emana nuestra legitimidad para desgarrar a los nativos de África, para privarlos por la fuerza de los medios de trabajar por su propio beneficio y obligarlos a trabajar por el nuestro propio?”, preguntó.¹ La ley salió adelante. Un joven español seguía con atención el devenir de la sesión. Desde los asientos reservados para el público en la cámara, Agustín de Argüelles sintió que había sido testigo de un evento trascendental. No podía ni imaginar que tres años más tarde, él mismo, trataría de acabar con el “infame tráfico” en los dominios de la corona española.
Argüelles había llegado a Londres en 1806, donde trabajaba para el gobierno español como agente secreto. Llegaría a ser uno de los estadistas más importantes de su generación y una figura central de la política española durante más de cuarenta años. La abolición del comercio de esclavos y de la esclavitud serían preocupaciones recurrentes durante su vida, y en muchos sentidos sus convicciones y pensamientos cambiantes, su actitud y su acción política mudables, reflejan la manera compleja en que los españoles y españolas de ambos lados del Atlántico pensaban acerca de la trata y la esclavitud.
1802 - 1814
1802
1814
Primeros discursos españoles contra el comercio de africanos esclavizados, 1802-1814
«Comerciar con la sangre de nuestros hermanos es horrendo, es atroz, es inhumano; y no puede el Congreso Nacional vacilar un momento entre comprometer sus sublimes principios o el interés de algunos particulares.»
—Agustín de Argüelles, 1810
Agustín de Argüelles y el abolicionista británico William Wilberforce nunca se conocieron en persona. Lo más probable es que a Wilberforce ni siquiera le sonase el nombre de Argüelles hasta 1811, cuando el diputado asturiano se convirtió en una figura central de la política española. Pero Argüelles sabía bien quién era Wilberforce. Su lucha representaba para él lo mejor del sistema político británico, capaz de llevar a cabo una transformación radical desde los escaños de un parlamento libremente elegido, respetando la tradición y encarnando la pasión de un verdadero jacobino. Argüelles admiraba a Wilberforce y, si la oportunidad se presentaba, querría emularlo.
1814 - 1823
1814
1823
Definiendo un nuevo discurso contra el comercio de esclavos
Los matices del Absolutismo, el compromiso de Toreno y el plan utópico de Varela
«Cuanto más tiempo ha perdido el Pueblo su libertad, más fuerte se vuelve en él su deseo por recuperarla.»
— Consejo de Indias, 1816
El rey español Fernando VII no fue un abolicionista. Contrariamente a lo que expresó en ocasiones, su acción política demostró un desprecio absoluto por la vida de aquellos arrancados de su tierra y esclavizados para trabajar a cambio de nada en sus dominios. Sin embargo, el estado español era heterogéneo y estaba expuesto a las nuevas ideas que circulaban en el mundo atlántico. La capacidad persuasiva del abolicionismo británico era tal, que incluso penetró en la corte del rey absolutista.
1823 - 1835
1823
1835
Abolicionismo, exilio y el argumento del "mal necesario," 1823–1835
«Es bien sabido que todos los ríos de la costa de África, donde se pueden obtener esclavos, están aun plagados de barcos de esclavos que ondean sin tapujos la bandera de España.»
— Lord Palmerston, 1831
En abril de 1823, unos 95,000 soldados franceses invadieron España en respuesta a la llamada de auxilio de Fernando VII. La alianza de los Imperios austriaco y ruso y los reinos de Francia y Prusia invadieron España. Las tropas comandadas por Louis Antoine de Francia, duque de Angulema, tomaron el control del país sin una oposición significativa. El gobierno liberal buscó refugio en Cádiz, pero el 31 de agosto el ejército francés tomó la ciudad. Fernando VII fue restaurado como monarca absoluto y la constitución liberal de 1812, así como las libertades en ella reconocidas, fueron abolidas. Miles de españoles buscaron asilo político en el extranjero y, en muchos casos, continuaron su activismo liberal desde el exilio.
1833 - 1845
1833
1845
Exclusión política, racismo y abolicionismo en la década de 1840
En vano son mis esfuerzos por despertar en mí cualquier repugnancia ante la idea de que un hombre de color pueda sentarse a mi lado en estos bancos.
— Domingo María Vila, 1837
En 1833, España era un país muy diferente al que había resistido la invasión napoleónica. La independencia de la mayoría de los territorios americanos, la guerra civil, la represión y el largo exilio de algunos de sus principales líderes habían creado un clima político más oscuro, en el que muchos se conjuraban para preservar lo que quedaba de un imperio en declive; incluso si ello significaba defender lo contrario de lo que había proclamado, veinticinco años antes, en Cádiz. Uno de ellos sería Agustín de Argüelles, quien regresaba a Madrid dispuesto a hacer todo lo posible por defender al Imperio de la «traición de los Americanos».
1845 - 1868
1845
1868
El fin de la trata de esclavos en el Imperio español
¡Horrible esclavitud! (…) ¿Quién en cólera justa no se inflama? / ¿Quién, angustiado el corazón, no gime / y a Dios y al mundo en su socorro llama?
— Concepción Arenal, 1866
El fin de la comercio de esclavos en España había sido considerado como inevitable durante décadas. Tanto los dueños de esclavos, como los abolicionistas y las autoridades españolas, habían asumido que el fin de la trata era incuestionable, pero discutían a qué velocidad y de qué forma este debía producirse. Desde 1840, los actores políticos opuestos a la abolición se habían beneficiado de pocos cambios legislativos o discursivos. El debate sobre el fin del comercio de esclavos estaba enquistado. La trata continuaba siendo una actividad rentable y practicada abiertamente en Cuba. Había pocas esperanzas entre los abolicionistas de que el “odioso comercio” terminase pronto.
Sobre el Autor
Jesús Sanjurjo es doctor-investigador Leverhulme en la Universidad de Strathclyde, en Glasgow y miembro de número de la Real Sociedad de Historia del Reino Unido. Antes de incorporarse a Strathclyde, enseñó en las universidades de Cambridge, Cardiff y York. Obtuvo su doctorado en 2018 en la Universidad de Leeds, con el apoyo de una beca de doctorado AHRC-WRoCAH.
Su primer libro, In the Blood of Our Brothers. Abolitionism and the End of the Slave Trade in Spain’s Atlantic Empire, 1800–1870 (University of Alabama Press, 2021) fue finalista del prestigioso premio Paul E. Lovejoy. En diciembre de 2023 salió a la venta la la edición en español del libro de la mano de editorial Comares. Su nuevo proyecto de investigación principal, que lleva por título «Soldados negros del Caribe», interroga la intersección entre política radical, esclavitud y (auto)emancipación en el Caribe durante la Era de las Revoluciones.
Copyright © 2021 Dr Jesús Sanjurjo. Todos los derechos reservados. Dirija cualquier consulta sobre derechos de reproducción del contenido de esta web al Dr Jesús Sanjurjo.
Textos: Copyright © 2021 University of Alabama Press y © 2023 Editorial Comares. Todos los derechos reservados.
Traducción al español: Copyright © 2023 Consuelo Fernández
Image de la portada de la web y del libro: fragmento de «Seascape 6, with Alizarin Crimson» del pintor Jake Wood-Evans, 120 x 104 cm, oleo sobre lienzo, 2018 | www.jakewoodevans.com
Diseño de la portada del libro: Michele Myatt Quinn.
Ilustraciones de la página web: Cinthya Álvarez | www.cinthyaalvarez.com